Movimiento Estudiantil de 1968
El movimiento estudiantil de 1968
fue un movimiento social en el que además de estudiantes de la UNAM, IPN, y
diversas universidades, participaron profesores, intelectuales, amas de casa,
obreros y profesionales en la Ciudad de México y que fue reprimido el 2 de
octubre de 1968 por el gobierno de México en la «matanza en la Plaza de las
Tres Culturas de Tlatelolco» y finalmente disuelto en diciembre de ese año. El
hecho fue cometido por el grupo paramilitar denominado Batallón Olimpia, la DFS
y el Ejército Mexicano, en contra de una manifestación convocada por el Consejo
Nacional de Huelga, órgano directriz del movimiento. De acuerdo con lo dicho por
sí mismo en 19691 y por Luis Echeverría Álvarez, el responsable de la matanza
fue Gustavo Díaz Ordaz.
Hasta la fecha no se ha logrado
esclarecer exactamente la cantidad oficial de asesinados, heridos,
desaparecidos y encarcelados. La fuente oficial reportó en su momento 20
muertos, pero algunas investigaciones actuales deducen que los muertos
podrían llegar a varias centenas y responsabilizan directamente al gobierno de
México. El corresponsal de la BBC de Londres en México, Julian Petiffer, quien
presenció los hechos, mencionó en un despacho noticioso que «en una destacable
demostración de estupidez, brutalidad, o ambas juntas, el ejército y la policía
pasaron fuego de ametralladores por miles de manifestantes pacíficos y gente
que iba de paso por el lugar...» y estimó el número de estudiantes asesinados
en, al menos, 200. Miembros del Consejo Nacional de Huelga proporcionaron al
periodista británico John Rodda la cifra de 325 muertos, número que Rodda no
confirmó antes de su publicación en el rotativo The Guardian, pero que cotejó
con datos del Hospital Militar para concluir que fueron 267 muertos y 1,200
heridos. Investigaciones de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de los
Estados Unidos solo han logrado identificar a 34 muertos. El periodista Sergio
Sarmiento, quien participó en el movimiento, menciona que en caso de haber más
muertos o desaparecidos en este incidente, en todo caso, ni parientes ni
conocidos han aparecido para reclamarlos. La lápida conmemorativa de Plaza de
las Tres Culturas en Ciudad de México sólo enlista 20 nombres de caídos. De
acuerdo a correspondencia intercambiada entre Alfonso Corona del Rosal, jefe
del Departamento del Distrito Federal, y el secretario de Defensa Nacional,
general Marcelino García Barragán, hubo 43 muertos, incluyendo entre ellos un
niño y cuatro soldados. En un vídeo se muestra como un soldado cubre al niño de
las balas y de lo que pasaba.
Algunos politólogos e
historiadores coinciden en señalar que este movimiento y su terrible
desenlace incitaron a una permanente y más activa actitud crítica y opositora
de la sociedad civil, principalmente en las universidades públicas, así como a
alimentar el desarrollo de guerrillas urbanas y rurales y dio cabida al periodo
conocido como la Guerra Sucia. La Fiscalía Especial para los Movimientos
Sociales y Políticos del Pasado (FEMOSPP), incluye el movimiento del 68 en su
informe de febrero 2006 con respecto a dicho periodo.
Immanuel Wallerstein y Carlos
Antonio Aguirre Rojas coinciden en señalar al movimiento de México inserto en
un contexto planetario de luchas sociales surgidas y recreadas de las
universidades luego de vivirse un periodo de supuesta y aparente bonanza
económica por la posguerra, siendo Braudel el primero en denominar al movimiento
«Revolución cultural de 1968», caracterizado por revolucionar para siempre los
tres principales espacios de recreación de la cultura: la familia, los medios
de comunicación y la escuela.
Movimiento Estudiantil de 1971 - Matanza del Jueves de Corpus
La Masacre del Jueves de Corpus o
La Masacre de Corpus Christi —llamada El Halconazo por la participación de un
grupo paramilitar identificado con el nombre Halcones— es como se le conoce a
los hechos ocurridos en la Ciudad de México, el 10 de junio de 1971 (día de la
festividad de Corpus Christi, de donde tiene origen el nombre coloquial de la
matanza), cuando una manifestación estudiantil en apoyo a los estudiantes de
Monterrey, fue violentamente reprimida por un grupo paramilitar al servicio del
estado llamado "Los Halcones". El presidente, Luis Echeverría
Álvarez, se desligó de los hechos; pero nunca aclaró la situación que fue
siempre negada oficialmente. De los hechos sangrientos nadie se responsabilizó
y mucho menos fue llevado ante la justicia.
La marcha comenzaría en el Casco
de Santo Tomás y recorrería las avenidas Carpio y de los Maestros para salir a
la Calzada México-Tacuba para finalmente dirigirse al Zócalo capitalino. Las
calles que desembocan a la Avenida de los Maestros estaban bloqueadas por
granaderos y agentes policiacos, los cuales impidieron el paso de los
estudiantes. Asimismo, también había tanques antimotines a lo largo de Av.
Melchor Ocampo junto con transportes del ejército, los cuales se ubicaban cerca
del colegio militar y transportes de granaderos en un enorme contingente
policíaco en el cruce de las avenidas Melchor Ocampo y San Cosme.
Un grupo de choque entrenado por
la Dirección Federal de Seguridad y la C.I.A., conocido como "Los
Halcones", los cuales vinieron en camiones y camionetas grises y
transportes de granaderos, atacó brutalmente a los estudiantes desde las calles
aledañas a la Avenida de los Maestros después de que los granaderos abrieran
sus filas. Los paramilitares venían armados con varas de bambú, palos de kendo
y porras, por lo que en un principio fueron fácilmente repelidos por los
estudiantes. En un contraataque, los Halcones agredieron a los manifestantes
una vez más, esta vez, no sólo con sus garrotes, sino con armas de fuego de
alto calibre. Los estudiantes, por su parte, intentaron inútilmente esconderse
de los jóvenes armados. La policía no intervino porque no tenía órdenes de
hacerlo y permaneció como espectadora permitiendo la masacre.
El tiroteo se prolongó por varios
minutos, durante los cuales algunos transportes daban apoyo logístico al grupo
paramilitar, dotándolo con armas y transportes improvisados, como lo fueron
automóviles privados, camionetas, patrullas policíacas e incluso una ambulancia
de la Cruz Verde. Los heridos fueron llevados al Hospital Rubén Leñero, pero
fue inútil, pues los Halcones llegaron al nosocomio y allí dieron remate a los jóvenes
aún en el quirófano, además de intimidar a los internos y al personal médico.
El número de muertos fue cercano a 120, entre ellos un muchacho de catorce años:
Jorge Callejas Contreras.
Esa misma noche, elementos del
ejército resguardaron el Palacio Nacional y el entonces presidente, Luis
Echeverría, anunció una investigación sobre la matanza y afirmó que castigarían
a los culpables. Alfonso Martínez Domínguez, regente de la ciudad, y Julio
Sánchez Vargas, procurador general, negaron que hubiera Halcones; y los jefes
policíacos culparon a los estudiantes de haber creado grupos extremistas dentro
de su propio movimiento, quienes finalmente habrían atacado a sus compañeros.
Pasó una semana hasta que el coronel Manuel Díaz Escobar (entonces subdirector de
Servicios Generales del Departamento del Distrito Federal) aceptara que los
había, pero no los involucró en la masacre.
El alto número de periodistas
agredidos y de evidencia gráfica de los sucesos logró que la prensa
contradijera la versión oficial del gobierno y aceptara la existencia del
grupo. Martínez Domínguez entregó su renuncia a Echeverría el 15 de junio pues
estaba convencido de que los manifestantes habían sido provocados, entre otras
cosas, para que el gobierno tuviera un pretexto y se deshiciera de él. Así y
todo, durante años, Martínez Domínguez recibió el apodo popular de "don
Halconazo" (ya que formalmente se le conocía como don Alfonso), en alusión
a la Matanza del Jueves de Corpus.
El terrible saldo de la manifestación desanimó
a muchos estudiantes, pero también propició que se radicalizaran otros más,
quienes más tarde formarían parte de las organizaciones guerrilleras urbanas.
Los estudiantes en 1971 demandaban especialmente la democratización de la
enseñanza, el control del presupuesto universitario por los alumnos y
profesores y que éste representara un 12% del PIB, así como libertad política
donde obreros, campesinos, estudiantes e intelectuales gozaran de libertades
democráticas reales y controlaran el régimen social; Educación de calidad para
todos, en especial para campesinos y obreros, y mayor importancia y respeto a
la diversidad cultural mexicana; estricta apertura democrática, apoyo a la vida
política sindical de los obreros y fin de la represión por parte del gobierno.
Estas y otras expresiones de la oposición empezarían a canalizarse años después
a través de la Reforma Política de 1977, impulsada por José López-Portillo
desde las entrañas del régimen y que terminaría con la razón de ser de las
guerrillas y la clandestinidad política.
Excelente información, una perfecta y clara síntesis de estos dos movimientos
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